22 de Diciembre 2003

El tren etílico.

Pensaba comenzar a escribir cuando me descargase la discografía de Ojos de Brujo pero se ha bloqueado y me he puesto al asunto con Antonio Vega y su excelente Básico. Me planteo pues si el contenido variaría mucho según la música que se escuche. ¿Los ritmos marcan los latidos? Quizá si. Mejor no pensarlo mucho.
No he escrito desde el Jueves ya que era el comienzo de mi ya clásica decadencia "finsemanal". Una vez mas, Lunes, me doy cuenta de que mi vida es un bucle. Como esa gran película "Atrapado en el tiempo" donde Bill Murray siempre vivía el mismo día, yo vivo la misma semana siempre. Los clones estados de ánimo son como lo que rodea a un viaje en tren a un lugar que te agrada. El lunes es como el momento del comienzo...

Estás en el tren, pensativo, sin apenas hablar con nadie. Como ido, desmoralizado pero sin estar del todo triste. Sin muchas fuerzas, falto de energía. Piensas en lo largo del viaje y acabas un poco irritado porque no arranca el tren, no arranca...
El Martes ya estás en marcha, es el día en que decides todo lo que vas a hacer en la semana, te sientes fuerte, vigoroso, con centenares de proyectos e ideas por realizar. Es, quizá, objetivamente, lúcidamente, el mejor día de la semana. Creo que es el día mas creativo de la semana.
El Miércoles vuelve a ser un pequeño bajón, porque te sientes menos fuerte que el Martes, aunque mas que el Lunes. Es un día incierto, sin mucha importancia. El medio de la semana laboral. Ni el Lunes ni el Viernes están cerca, ni lejos. Es el momento del viaje donde hechas las primeras cabezaditas tras el "esfuerzo" del Martes.
El Jueves es el recuperar la ilusión. Rememoras todas las ideas del Martes con la claridad del recién descansado, ya sientes la llegada del nuevo rumbo, del fin de semana y te arden planes en la cabeza. Pero ya comienza a prevalecer mas el ocio y disfrute que los proyectos laborales. El jueves es el día que llegas a tu destino antes de tiempo. Llegas al fin de semana, en ocasiones, el jueves por la noche. Y comienza el descenso de los que somos como alcohólicos.
El Viernes es o la llegada a tu rumbo o el despertar de tu salida anterior. Generalmente el primero de los casos. Las perspectivas de todos los viernes son altas. Cada Viernes es como el primero de tu vida, una nueva oportunidad para lograr el disfrute total, para conocer a gente de todas las razas, sexos y religiones; un día plenamente social aunque sea en la mente en un principio. Y por la noche en tu nuevo rumbo, la gran borrachera. Nada de lo hecho esta noche tiene importancia, es una realidad virtual en un mundo donde lo importante se juega lúcido.
El Sábado es una resaca dulzona dentro de lo que cabe. Sabes, un Sábado más, que ayer no hiciste nada útil para tu vida lúcida pero aún te queda el cartucho de esta noche. Malgastas la mañana dormido, la tarde pasa despacio, despacio. Ni siquiera preparas planes porque te da igual, te conformas con lo que sea. Y la salida, la nueva borrachera. Menos graciosa que la de ayer porque ya no te entra igual. Nueva vida virtual donde valoras con tus amigos los logros olvidándote de tus nulos logros en serenidad. Hagas lo que hagas no vale de nada.
El Domingo es el anti-día. El día del retorno al lugar de origen. Se acabo el ocio, por virtual que sea. Haces recuento de la semana, de la vida. Y por eso te deprimes una vez mas. Es un día final, el ideal para la llegada del Apocalipsis. Es como un día frente a un muro gigante imposible de rebasar, lo golpeas, lo empujas, pero nada. Es un día final. Un día para sufrirlo en casa, una vez más.
Y el Lunes inicial, el inicial de siempre. Ya se lo que pasará por mi cabeza lúcida de retorno, y por poco tiempo.
Imposible evolución, imposible superarse así. Mas alternativas?!?!?

Escrito por PM a las 22 de Diciembre 2003 a las 04:16 PM
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